Conocidas también como brezos ofrecen una atractiva muestra de resistencia y elegancia natural.

Las Ericas, o brezos, son plantas perennes que han embelesado a entusiastas de la jardinería y admiradores de la botánica a través del tiempo, gracias a su variada gama de formas y colores, así como por su capacidad para florecer en condiciones difíciles.

A veces se confunden con las callunas. La principal diferencia, sin tecnicismos es el tamaño de las flores, la erica es más colorida porque sus flores son más grandes, compactas y de color más intenso. También las ericas tienen un periodo de floración más prolongado que va desde el otoño hasta principio de primavera y sus tallos alcanzan más altura.

Las Ericas tienen múltiples aplicaciones en la jardinería profesional:

  • Como cobertura de suelos se utilizan para cubrir grandes áreas en parques y jardines públicos debido a su resistencia y capacidad de adaptación. Eficaces para evitar la erosión del suelo en terrenos inclinados o en pendientes.
  • Son muy apreciadas en jardines de estilo alpino o rocallas, donde la rusticidad de la planta y su tolerancia a suelos pobres y rocosos la convierten en una excelente elección decorativa.
  • Como arbustos de hoja perenne para xerojardinería o en paisajismo de bajo mantenimiento, las Ericas, al ser plantas perennes y de crecimiento relativamente lento, se emplean en diseños de paisajes que requieren poca intervención y cuidados continuos. Son perfectas para jardines públicos, carreteras o áreas urbanas .
  • Las Ericas se usan frecuentemente en plantaciones masivas para crear contrastes de color, ya que algunas especies florecen en diferentes tonos de rosa, blanco y púrpura durante largos períodos del año.

En jardinería doméstica en macetas o contenedores y colocadas en el interior alegran cualquier rincón:

  • Son ideales para cultivar jardines en maceta, ya que no requieren mucho espacio y su aspecto compacto añade un toque decorativo tanto en balcones como en terrazas.
  • Las Ericas se utilizan como borduras para delimitar áreas de un jardín o crear setos bajos debido a su forma tupida y su resistencia a las podas ligeras.
  • Al ser plantas perennes, mantienen el color y la textura durante todo el año, lo que seguro alegrará cualquier rincón de la casa con macetas de diseño decorativas.

El origen de las Ericas.

El género Erica spp. pertenece a la familia Ericaceae, una familia muy diversa que incluye especies de arbustos o plantas pequeñas que prefieren suelos ácidos y bien drenados.

El género Erica spp. tiene su origen principalmente en el hemisferio sur, especialmente en regiones como Sudáfrica, donde existe una gran diversidad de especies y variedades que se han adaptado a una amplia gama de hábitats, desde áreas costeras hasta zonas montañosas.

En la actualidad, se han identificado más de 800 especies y variedades de Ericas en todo el mundo y están divididas en dos grupos: Las Ericas mediterráneas y las Ericas africanas, que son más numerosas.

¿Cómo son las Ericas?

Las Ericas son generalmente arbustos perennes. Dependiendo de la especie, su tamaño puede variar considerablemente. Algunas Ericas son de porte bajo, creciendo como matas que no superan los 30 cm de altura. Otras, como la Erica arborea, pueden llegar a crecer hasta los 20 m como sucede en Canarias.

Presentan dependiendo de la variedad un porte muy compacto y redondeado y otras más ramificado y salvaje.

Las Ericas tienen unas raíces superficiales, aunque bien ramificadas. Estas plantas están adaptadas para crecer en suelos pobres y ácidos. Forman a menudo micorrizas, asociaciones simbióticas con hongos que les ayudan a obtener nutrientes del suelo.

Los tallos son leñosos y finos, especialmente en las especies de porte más bajo. Con la edad, los tallos inferiores tienden a volverse más gruesos y lignificados. Son muy ramificados y pueden formar una estructura densa. Las ramificaciones suelen ser delicadas y flexibles en las especies más pequeñas.

Las hojas son pequeñas y generalmente de forma acicular (en forma de aguja). De un color verde oscuro y coriáceas, que les permite reducir la pérdida de agua en ambientes secos.

Estas hojas suelen disponerse en verticilos o grupos alrededor de los tallos, lo que les da una apariencia compacta. Esta adaptación les permite soportar climas áridos y suelos pobres, especialmente en zonas mediterráneas y montañosas.

La época de floración varía según la especie, pero muchas Ericas mediterráneas florecen en otoño, invierno o principios de primavera. La floración de las Ericas es prolongada, lo que las hace populares en jardinería. Algunas especies pueden florecer durante varios meses, brindando color en épocas en las que otras plantas están inactivas.

Las flores de las Ericas son pequeñas, generalmente tubulares o en forma de campana. Varían desde el blanco, pasando por el rosa, el púrpura y hasta el rojo. La coloración de las flores es uno de los principales atractivos ornamentales de estas plantas. Las flores suelen agruparse en racimos o panículas terminales en las ramas.

El fruto es una cápsula pequeña y seca que contiene las semillas. Las cápsulas se abren en la madurez para liberar las semillas, en un proceso conocido como dehiscencia.

Las semillas de las Ericas son muy pequeñas y numerosas. Son ligeras, lo que les facilita su dispersión por el viento o el agua. Algunas especies tienen semillas que permanecen en el suelo y germinan solo cuando las condiciones son óptimas, lo que puede ocurrir después de incendios forestales (en el caso de algunas especies mediterráneas), debido a la adaptación de las Ericas a entornos propensos a incendios.

Cuidados de las Ericas.

Las Ericas prefieren ubicaciones con pleno sol o semisombra. En climas mediterráneos, es ideal que reciban varias horas de luz solar al día, aunque pueden tolerar algo de sombra parcial en las horas más calurosas del día.

Necesitan una buena circulación de aire para evitar la aparición de hongos, especialmente en áreas con alta humedad.

Muchas especies de ericas son bastante resistentes al frío y pueden tolerar heladas ligeras. Algunas, como la Erica arborea, soportan temperaturas de hasta -10°C.

Las Ericas están bien adaptadas a las altas temperaturas, lo que las hace ideales para climas mediterráneos. Sin embargo, en climas extremadamente calurosos, es recomendable protegerlas del sol directo en las horas más intensas.

Si en la zona que se encuentra esta planta suelen haber temperaturas extremadamente frías en invierno, las Ericas se pueden resentir, por lo que hay que proporcionar una capa de mantillo alrededor de la base de la planta para protegerla durante los meses más fríos del año.

Las Ericas son plantas acidófilas, por lo que necesitan un suelo ligeramente ácido (pH entre 4.5 y 6). No prosperan en suelos alcalinos.

El suelo debe ser ligero y bien drenado. No toleran el encharcamiento, ya que las raíces pueden pudrirse fácilmente en suelos mal drenados.

Una mezcla de turba y arena es ideal para mantener el suelo suelto y con buen drenaje. En jardines, es recomendable agregar materia orgánica o sustrato especial para plantas acidófilas.

Las Ericas no necesitan ser trasplantadas con frecuencia, pero si es necesario hacerlo (por ejemplo, al pasarlas de maceta al jardín), debe realizarse a principios de primavera o en otoño, cuando la planta está en un estado menos activo.

Durante el trasplante, se debe tener cuidado de no dañar las raíces, que son delicadas. Se recomienda preparar el suelo con sustrato para plantas acidófilas antes de trasplantar.

Las Ericas son resistentes a la sequía una vez establecidas, pero durante los primeros años de crecimiento requieren un riego regular, especialmente en épocas secas.

Es importante evitar el agua con alto contenido en cal, ya que puede afectar la acidez del suelo. Lo ideal es regar con agua de lluvia o agua filtrada.

Durante la primavera y verano, regaremos con moderación cuando el sustrato esté seco. En otoño e invierno, reduciremos el riego. Es fundamental que el suelo esté bien drenado.

Las Ericas que estén en maceta deben regarse por inmersión y siempre debe estar el sustrato húmedo ya que al menor descuido se secan por falta de agua en el sustrato.

Debes utilizar un fertilizante formulado para plantas acidófilas, como los usados para Rododendros o Camelias. Estos fertilizantes mantienen el pH bajo y aportan los nutrientes que las Ericas necesitan.

En primavera y verano abonaremos cada 4-6 semanas las Ericas, para apoyar el crecimiento vegetativo y preparar la planta para su floración. En otoño e invierno no es necesario abonar, ya que las plantas están en floración.

Incorporar materia orgánica (como compost o humus de lombriz) al suelo en otoño mejora su estructura y proporciona nutrientes de liberación lenta.

Las Ericas no necesitan una poda intensa, pero una poda ligera después de la floración ayuda a mantener la planta compacta y a estimular un nuevo crecimiento. Se puede realizar un recorte leve en primavera para mantener la forma deseada y controlar el tamaño de la planta.

Después de que la planta haya florecido, es útil retirar las flores marchitas para evitar que la planta invierta energía en la producción de semillas y, en cambio, se concentre en el nuevo crecimiento.

La propagación por semillas de las Ericas es posible, pero más lenta y menos frecuente en jardinería. Es la propagación por esquejes el método más común y efectivo. Se toman esquejes semileñosos (no del todo maduros) a fines de verano o principios de otoño.

Plagas y enfermedades de las Ericas.

Las Ericas son plantas bastante resistentes y, en general, no suelen verse afectadas por muchas plagas y enfermedades, lo que las convierte en una opción popular en jardinería. Sin embargo, aunque son relativamente inmunes, no son completamente invulnerables.

Entre las plagas que pueden afectar a las Ericas están:

  • Los pulgones, que se pueden tratar con insecticidas específicos, jabón potásico, aceite de neem o métodos ecológicos como el uso de depredadores naturales (mariquitas).
  • Las cochinillas que pueden eliminarse manualmente en infestaciones leves o tratarse con insecticidas sistémicos, aceite de neem o jabón potásico.
  • Y la araña roja que prolifera en condiciones cálidas y secas. Para su control aumentar la humedad ambiental, riegos más frecuentes y el uso de acaricidas específicos.

En cuanto a las enfermedades que pueden afectar a las Ericas pueden aparecer:

  • El Oidium. Para su prevención y control mejorar la ventilación alrededor de las plantas, reducir el riego sobre las hojas y tratar con fungicidas específicos para oídio.
  • La Phytophthora (podredumbre de la raíz y cuello). Para su tratamiento mejora el drenaje del suelo, evitar el riego excesivo y utilizar fungicidas sistémicos en caso de infección.
  • Fumagina (moho negro). Este hongo se desarrolla sobre la melaza producida por pulgones y cochinillas. Debemos eliminar la plaga primaria que produce melaza y limpiar las hojas afectadas.
  • Hongo Septoria (manchas foliares): Para su control hay que mejorar la ventilación, evitar el riego por aspersión y aplicar fungicidas preventivos si es necesario.

Aunque las Ericas son resistentes, mantener condiciones adecuadas y realizar inspecciones periódicas son las mejores medidas para evitar que estas plagas y enfermedades afecten a las plantas.

Las Ericas son un género muy versátil y adaptable, ideal para su uso en jardinería.

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