Ideal para crear esas ‘manchas coloridas’ en contraste con las zonas verdes con césped, lo que nos dará un toque muy distinguido.
Podemos englobar a la Bellis perennis dentro de un contexto de utilización en el jardín, como planta de flor semejante a los pensamientos, por lo que se utiliza en jardinería para crear bonitas zonas de color en rocallas, macizos, parterres o borduras. Estas ‘manchas florales’ destacan mucho mejor cuando se contrastan en zonas con césped.
Se adaptan bien al cultivo en jardineras. En macetas anchas y bajas alcanzan un gran atractivo. Y aunque hablamos de jardín también podemos disfrutarlas decorando los balcones y terrazas… Y por qué no, en cualquier rincón iluminado en el interior de nuestra casa, donde siempre nos darán un toque distinguido de color.
El origen de la Bellis perennis
El género Bellis sp pertenece a la familia de las Asteraceae, lo forman unas 15 especies de plantas vivaces, procedentes del Sur de Europa y Norte de África. Algunas especies de este género son: Bellis annua, Bellis sylvestris, Bellis rotundifolia,… y Bellis perennis, el que nos ocupa.
Se la conoce también con otros nombres populares como margarita de los prados, bellorita, margarita menor, margarita enana, maya, chirivita, mancerina, dormilona, flores del prado… entre otros nombres.
¿Cómo es la Bellis perennis?
La Bellis perennis es una planta herbácea perenne que según las zonas puede tratarse como anual o bianual. Puede alcanzar los 25 cm de altura. Su follaje es de color verde intenso donde sus hojas pecioladas de contorno oblongo-espatuladas con un nervio central y el margen festoneado, están dispuestas en roseta basal. Estas hojas son comestibles y se utilizan tanto en ensalada como cocidas. Tiene propiedades cicatrizantes, depurativas y expectorantes.
En España su floración principal se centra desde mediados de invierno hasta bien entrada la primavera, ya que necesita de ese frío invernal para florecer de forma abundante. Pero dependiendo de la época de siembra podemos disfrutar de esta planta todo el año. Sus flores tienen un tamaño de entre 2 a 4 centímetros de diámetro creciendo en capítulos con un tallo floral sin hojas.
Las empresas obtentoras de nuevas variedades trabajan genéticamente de forma intensa en obtener nuevas variedades, por lo que podemos encontrar a la Bellis perennis con flores semidobles, extradobles, pompón, así como en multitud de atractivos colores, destacando el blanco, rosa y rojo con el centro amarillo como los más populares.
Cuidados de la Bellis perennis
La exposición de la Bellis perennis la situamos a pleno sol siempre que disfrute de un clima templado, no le gustan las altas temperaturas ni el sol directo si este es fuerte, le produciría quemaduras, en este caso la ubicaremos en una posición de semisombra.
Es una planta capaz de adaptarse a cualquier tipo de suelo, pero como siempre si este es fértil, ligero, retiene la humedad pero sin que se encharque la Bellis perennis crecerá de forma adecuada. El marco de plantación lo situamos entre 15 y 25 cm entre sí. Si unificamos la variedad (un único color de flor) aumentaremos su ‘impacto’ visual.
Si la queremos trasplantar a jardineras o macetas lo podemos hacer en cualquier momento, incluso en plena floración. Sí que debemos asegurarnos de que tiene un buen drenaje para que no se produzcan encharcamientos y mantener así su sistema radicular sano. Le aportaremos en la base grava o arcilla expandida y el sustrato a utilizar será el universal, para plantas de flor o plantas de exterior.
Con las altas temperaturas del verano, el riego debe ser generoso pero no excesivo, para que la tierra permanezca húmeda, pero sin que se llegue a encharcarse.
Agradecerá que antes de la plantación se incorpore a la tierra, abono orgánico. Con eso bastará, aunque podemos también aportarle en el agua de riego un fertilizante para plantas de flor, cada quince días a la dosis recomendada por el fabricante durante la época de floración.
Algo que nos gusta de esta planta, es su pequeño volumen, por lo que no efectuaremos ninguna poda, simplemente eliminaremos las flores marchitas para que siga floreciendo en gran cantidad.
Su multiplicación es a través de semillas que podemos sembrar en primavera cuando haya pasado el peligro de heladas.
Plagas y enfermedades de la Bellis perennis
Las plantas que compramos siempre están sanas, es cuando llegan a nuestro hogar, cuando pueden verse afectadas por cultivos colindantes o situaciones que escapan a nuestro control y por malas prácticas.
Si las plantas de Bellis perennis tienen buena aireación y en el riego no mojamos el follaje todo debe ir bien. Cuando las condiciones ambientales son de humedad alta en un ambiente cálido es conveniente realizar tratamientos preventivos con fungicidas para evitar las enfermedades fúngicas como:
- Botrytis cinerea: Produce en hojas y tallos desecación y en ambientes muy húmedos un moho grisáceo.
- Septoria: Las manchas en las hojas nos indican que hay un ataque de hongos. Si estas son irregulares de color pálido o amarillo rojizo, están originadas por el hongo Septoria.
- Cercospora: Manchas en las hojas circulares.
- Pythium: Sólo suele darse en el semillero, es la pudrición del tallo.
Aunque es raro, puede aparecer el virus amarillo de los Áster, debemos desechar la planta lo antes posible para evitar su propagación.
En cuanto a plagas podemos encontrar trips, en las flores aunque no producen daños apreciables. Por cultivos colindantes las plagas más comunes que se pueden presentar serían la mosca blanca, el minador y orugas. Tratamientos preventivos con insecticidas sirven tanto para prevenir como para tratar la plaga en caso de aparición.
Es difícil encontrar un lugar donde la Bellis perennis no se pueda plantar, ella nos dará mucho juego en jardineras y maceteros tupidos de colores rojos, blancos y rosa, con un botón floral siempre en amarillo.