Ventajas en el cultivo de lechugas por el abanico de tipos que hay.
Como sucede con otras plantas hortícolas, hablar de lechugas es hablar de todo un mundo. Así, al igual que sucede con las diferentes clases de coles, tipos de tomate, clases de pimientos, etc. también en este caso, podemos afirmar que estamos ante diferentes tipos de lechuga.
Sí, y esto es toda una ventaja a la hora de abordar el cultivo de la lechuga en nuestro huerto, jardín e incluso dentro de casa, porque estamos ante una planta muy versátil y fácil de cultivar. Tanto que podemos cultivar lechugas en casa todo el año.
Para iniciar su cultivo, podemos hacerlo de dos formas. Una mediante la compra de sobres de semilla, haciendo un semillero y repicando las plántulas a una bandeja de alvéolo o pequeña maceta, para posteriormente plantarlas directamente al lugar definitivo de cultivo. Y otra, especialmente recomendado para aquellas personas que no dominen su cultivo, es comprar plántulas, ya sea en bandejas de alvéolos o en maceta. Cuanto más desarrolladas estén, más rápido será su cultivo y con mayores garantías de éxito.
¿Cuántos tipos de lechugas hay?
Entendemos por tipos de lechuga aquellos grupos de variedades de aspecto similar en cuanto a forma y tamaño, indistintamente de las características propias de la variedad.
Técnicamente, las lechugas se engloban en cuatro grupos botánicos: Lactuca sativa var. capitata (tipo iceberg o trocadero), Lactuca sativa var. longifolia (tipo romana o cos), Lactuca sativa var. intybacea Hort (tipo lollo, hojas de roble, etc.) y la menos conocida de ellas, la Lactuca sativa var. augustana Irish, por ser cultivada principalmente en China y de la que sólo se consume su tallo.
Lo más fácil para identificarlas es utilizar el argot popular, que además es el que encontraremos fácilmente en el supermercado o tiendas de frutas y hortalizas.
Los tipos de lechuga más populares son:
- Iceberg. Es uno de los tipos de lechuga más conocidos. Sobresale por su forma tan peculiar redondeada. Sus hojas son anchas y crujientes.
- Romana. Es uno de los tipos más conocidos y que se encuentran fácilmente en el supermercado. Sus hojas son alargadas y crujientes.
- Cogollos. Es una subespecie de la lechuga romana, pero más pequeña, además de ser sus hojas más rizadas o arrugadas, en lugar de lisas.
- Trocadero. Una lechuga con un color verde intenso que, vista desde arriba, parece una hermosa flor. Posee un sabor suave, con un toque dulce.
- Batavia. Aunque usualmente tiene un color verde intenso, también se encuentra una variedad más rojiza. Sus hojas poseen la característica de ser crujientes.
- Lollo. Este tipo de lechuga se distingue por ese color rojo o morado que es evidente en las puntas, así como el que sus hojas son muy arrugadas.
- Hoja de roble. Es perfecta para el juego de colores, con tonos morados o un rojo oscuro. Sin embargo, a medida que se acercan al tallo o en la parte central, son de un verde claro.
Otros menos populares, aunque con gran importancia en el mercado, son las de tipo Multileaf y tipo Baby leaf. De esta última, solo se aprovechan sus brotes tiernos que se recolectan cuando su tamaño aún es bastante pequeño, de ahí su nombre “baby”.
¿Cómo cultivar los diferentes tipos de lechugas?
Si a los diferentes tipos de lechuga sumamos sus distintas variedades, vemos que estamos ante un gran catálogo de lechugas. Con esta gran oferta podemos mantener en nuestro huerto, un surtido de tipos y variedades con las que realizar exquisitas ensaladas.
Todas ellas las podemos cultivar con buenas garantías de éxito si tenemos en cuenta una serie de cuidados.
El primero y esencial es cultivarlas en campaña. Tenemos que tener el clima como aliado porque, en un huerto de terraza o jardín, no se suele disponer de invernaderos. Esta circunstancia vivámosla como una ventaja porque las frutas y hortalizas de temporada, las no forzadas, son más ricas y saludables.
Si no se conoce bien el cultivo, es recomendable iniciarlo partiendo de plantas ya germinadas y crecidas en bandejas de alvéolos o pequeñas macetas. Como hemos avanzado, esta modalidad también acorta su cultivo, pudiéndolas recolectar a los 45 o 75 días tras su plantación.
Cultivarlas en zonas soleadas, ya que las más sombrías y húmedas, además de generar plantas más ahiladas, favorecen la aparición de enfermedades durante su cultivo. Evitar los balcones sombríos o en zonas de jardín con sombra de la casa o árboles
Utilizar un sustrato turboso, fertilizado y que drene bien. En los centros de jardinería, floristerías y grandes superficies, se pueden encontrar sustratos para huertos urbanos que funcionan muy bien en un gran número de plantas hortícolas.
Regar frecuentemente, pero con poca cantidad, evitando tanto que la planta sufra de estrés hídrico como de un suelo encharcado.
Abonar con un fertilizante equilibrado con oligoelementos. Si se fertiliza junto con el agua de riego, lo ideal es utilizar la dosis más baja recomendada por el fabricante si se abona con frecuencia, y la más alta si se realiza de forma más distanciada.
No plantarlas demasiado juntas, para que se desarrollen adecuadamente y tengan su espacio, tanto para vegetar bien como para que sus raíces tengan la cantidad de sustrato adecuado. La distancia irá en función del tipo de lechuga, ya que, por ejemplo, las de tipo romanas o trocadero, necesitan más espacio que las de tipo cogollo.
Y recolectarlas a primera hora de la mañana, cuando sus hojas están más turgentes.
Con todo ello, el disfrutar de buenas ensaladas con lechugas cultivadas personalmente es todo un placer.