El tomate es el cultivo protagonista clave en un huerto urbano.
Si deseamos iniciar un cultivo hortícola en nuestro huerto urbano, el tomate es uno de los protagonistas clave. Esta planta hortícola de fruto, en sí, abre todo un mundo de posibilidades, ya que la palabra ‘tomate’ engloba un gran número de tipos y variedades.
Las hay de plantas de crecimiento indeterminado, pudiendo alcanzar varios metros de longitud; de crecimiento determinado, que paran su desarrollo a partir de cierta altura; y de porte muy compacto, que apenas superan los 40 centímetros de altura.
Por otra parte, el catálogo de sus frutos es también enorme. Los hay de tipo ensalada en diferentes tamaños, tipo kumato de color verde oscuro, tipo chocolate, tipo pera, cherry, perla, RAF, tomate en rama, tipo canario, muchamiel, etc.
Por lo tanto, se puede afirmar que hay verdaderos especialistas que llegan a hacer en su huerto urbano, un especial tomate, con el que sorprenden a familiares y amigos.
El origen del tomate
El tomate es de origen americano, de la región andina que va desde el sur de Colombia al norte de Chile, si bien fue domesticada como planta comestible en México.
Sobre el siglo XVI, en México, ya se consumía en distintos tipos de formas, tamaños y colores, como los rojos y amarillos. En Europa, comenzó su consumo en España e Italia. En cambio, hasta comienzos del siglo XIX no gozó como alimento en otros países, como por ejemplo, Alemania.
¿Cómo es la tomatera?
El nombre científico del tomate es Solanum lycopersicum y pertenece a la familia Solanaceae.
La tomatera es una planta perenne de porte arbustivo y en el huerto urbano siempre se cultiva como planta anual. Se siembra sobre primavera y se arranca con la llegada de los fríos otoñales o invernales.
Su desarrollo puede ser de forma rastrera (extendida o tapizante), semierecta o erecta. Pero las variedades que se cultivan en el huerto, en la mayoría de los casos, necesitan ser tutoradas.
A nivel radicular cuenta con una raíz principal corta y débil, desde la que crecen numerosas raíces secundarias y potentes. Por lo tanto, a la hora de buscar un recipiente para su cultivo, podemos elegir aquellos altos, pero a su vez anchos, para dar respuesta a su desarrollo radicular con tendencia a ser superficial.
La tomatera es una de las plantas hortícolas de fruto más versátiles. Su juego varietal es enorme, lo que nos da un mundo de posibilidades en su cultivo en nuestro huerto urbano.
Veremos como sobre la base del tallo, cerca del sustrato, la planta emite unas pequeñas raíces adventicias. Es muy interesante, al mes o dos meses de cultivo, añadir un poco más de sustrato para cubrirlas. Con ello veremos como la planta experimenta un aporte de vigor.
Su tallo principal, de entre 2 y 4 centímetros de diámetro en su base, funciona como eje del que se van desarrollando sus hojas, tallos secundarios e inflorescencias (ramilletes de flores).
Sus hojas son compuestas en número de 7 a 9 folíolos, recubiertas de cierta vellosidad y crecen de forma alterna sobre el tallo.
Sus flores poseen pétalos de color amarillo y se agrupan en inflorescencias de tipo racimoso, generalmente en número de 3 a 10 según variedades.
El fruto de la tomatera se llama tomate y es una baya de peso variable según el tipo y la variedad. Así, los hay desde unos pocos miligramos hasta más de medio kilo.
Los cuidados de la tomatera
Los cuidados de la tomatera son realmente sencillos si partimos de una serie de premisas. Son decisiones, que bien tomadas, harán que su cultivo sea sencillo y nos den buenas cosechas. Algunas de estas decisiones son:
El tomate es un producto de temporada. Su periodo idóneo de crecimiento es desde mediados de primavera a principios de otoño, cuando las temperaturas son cálidas. Este periodo puede ser más amplio o menos según la zona geográfica donde se cultive.
Por lo tanto, las fechas de plantación pueden ir desde principio de primavera hasta mediados de verano.
A la tomatera le gusta el sol. Su ubicación debe ser a pleno sol. En consecuencia, buscaremos aquellas zonas del jardín, terraza o balcón más soleadas. La falta de luz favorecerá su crecimiento, pero no florecerá, o esta será muy escasa.
Le gustan los sustratos fértiles. En el campo o jardín, plantadas directamente en la tierra, prefiere los terrenos fértiles, francos, con buena cantidad de materia orgánica y buen drenaje.
En contenedores o jardineras, estas deben ser relativamente grandes para un buen desarrollo radicular. En el mercado se ofrece marcas de sustratos elaborados especialmente para huertos urbanos. Si no se consigue esta referencia, uno de tipo universal es válido, sobre todo si se le añade un poco tierra arcillosa de campo para mejorar su estructura como sustrato.
Humedad constante, sin encharcamientos. La tomatera genera mucha masa foliar, por lo que requiere riegos periódicos, cortos y evitando el encharcamiento. El exceso de agua, además de lavar el sustrato de nutrientes, puede afectar a la sanidad de sus raíces.
Un buen consejo es mantener la planta, sobre todo en el momento en el que tiene frutos, con un cierto nivel de humedad más bajo. Esto evitará que engorden en exceso, manteniendo una textura más prieta y con más sabor.
Abonos distintos para cada época. Las necesidades nutricionales para la tomatera son distintas en función del estado de desarrollo en el que se encuentran.
Como idea base, abonaremos con un fertilizante equilibrado durante el primer mes de cultivo. A partir del segundo mes, la abonaremos con fertilizantes más ricos en potasio y fósforo, con el fin de favorecer la floración, cuajado y engorde del fruto. Ojo, siempre, con fertilizantes que contengan oligoelementos para evitar carencias nutricionales.
Asegurar el inicio del cultivo de la tomatera. El cultivo de la tomatera puede iniciarse desde semilla o comprando planteles ya desarrollados.
Si se tiene experiencia, partir haciéndose uno su propio semillero es muy gratificante. Si no es así, o no se ha tenido el tiempo necesario para iniciar el cultivo y queremos ganar tiempo, el comprar el plantel ya germinado, he incluso en maceta con plantas más crecidas, es una buena opción.
Tutorar y podar la tomatera correctamente. Controlar la vegetación de la tomatera es muy útil para mejorar las cosechas. Es importante tutorar la planta para que mantenga un porte erecto y sus frutos no toquen el suelo. Con ello, se mantendrá más ventilada y su iluminación será mejor. Ambas cosas contribuyen a mantenerlas más fuertes y sanas. Bastará con colocar una caña a modo de tutor cerca de la base de la tomatera, e ir atando su tallo al tutor conforme este va creciendo.
En cuanto a la poda, es conveniente dejar uno o dos tallos máximos por planta. Según va creciendo, iremos eliminando las brotaciones que se van produciendo de abajo a arriba. El objetivo es dejar solo las hojas del tallo principal y sus ramilletes florales.
Recolectar en su mejor momento. Cuando cultivamos una tomatera en nuestro huerto urbano, es para autoconsumo y, por lo tanto, es un lujo “recolectar sus tomates e ir directos a la mesa”. En consecuencia, podemos recolectarlos en su punto justo de maduración, momento en el que mejor consistencia, sabor y aroma tienen.
Para la recolección, si es un tomate en ramillete, debemos esperar a que todos los tomatitos que contiene estén maduros. También se pueden ir recolectando según van madurando. En cuanto a los de calibre más grueso, los podemos recolectar cortando su pedúnculo con cuidado. Evitemos estirar de ellos para no desgarrar el tallo.
Plagas y enfermedades de la tomatera
Si el cultivo se desarrolla correctamente, las plagas y enfermedades de la tomatera pasan a ser puntuales. Aun así, debemos tener en cuenta que, por una parte, algún problema fitosanitario se puede dar, y por otro, que los productos sanitarios deben ser lo más ecológicos posibles y sobre todo, respetar las dosis y plazos de seguridad antes de recolectar los frutos.
Respecto a las plagas más frecuentes que se dan durante el cultivo del tomate, son:
- La araña roja (Tetranychus urticae) en verano, ya que, las temperaturas elevadas y la escasa humedad relativa favorecen el desarrollo de la plaga.
- La mosca blanca (Trialeurodes vaporariorum y Bemisia tabaci) durante todo el cultivo. Sus pequeñas moscas, que se sitúan en el envés de las hojas, debilitan las plantas a la vez que favorecen la proliferación del hongo de la negrilla.
- El pulgón (Aphis gossypii y Myzus persicae), también durante todo el cultivo, formando colonias en los tallos jóvenes.
- El trips (Frankliniella occidentalis), que asentando su población, especialmente en sus flores, contribuyen a que aborten y no den fruto.
- Los minadores de hoja (Liriomyza trifolii, Liriomyza bryoniae, Liriomyza strigata y Liriomyza huidobrensis), que crean las típicas galerías entre sus hojas.
- Las orugas (Spodoptera exigua, Heliothis armigera, Chrysodeisis chalcitos, …) cuyas las larvas producen daños a hojas y frutos al alimentarse.
En cuanto a las enfermedades de la tomatera, las más comunes durante su cultivo son:
- El oidio (Leveillula taurica) que crean esa especie de fieltro blanquecino por la superficie de sus hojas.
- La podredumbre gris (Botrytis cinerea), que en condiciones de noches frescas y húmedas, produce en frutos una podredumbre blanda, sobre la que se observa la vellosidad gris del hongo.
- El mildiu (Phytophthora infestans) que ataca a la parte aérea de la planta y en cualquier etapa de desarrollo, produciendo una necrosidad en sus hojas.
Como ves, cultivar tus propios tomates en tu terraza, patio o jardín es fácil. Comienza uno o varios tipos de tomates y seguro que serán la delicia de toda la familia y amigos